Tiempo aproximado de lectura: menos de un minuto. |
Había una vez una princesa a la que le gustaba besar sapos.
Cada vez que veía uno se le iluminaban los ojos, lo recogía y lo cubría de
ósculos hasta el cansancio. La chica no andaba en búsqueda de un príncipe, ni
siquiera creía en los cuentos de hadas, simplemente era adicta a las sustancias
alucinógenas que aquellos batracios manaban de su piel.
0 comentarios: