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–Este cerdito se fue al mercado —¡troch!—, este cerdito se
quedó en casa —¡troch!—. Bueno, ya, ya, ¡deja de gritar como una quinceañera
que está siendo desvirgada por un asno! No llores, aún vas a poder hacerte la
paja con esa mano. Ahora... más vale que comiences a cantar, ¡o voy a seguir usando este cortador de
habanos para terminarte de contar lo que pasó con los demás cerditos! ¿Capisci?
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